viernes, 14 de agosto de 2015

Etica Profesional



Definición del Código de Etica Profesional 

Los códigos de ética permiten a las empresas incorporar e implementar a través de declaraciones de principios y valores, fundamentos morales y éticos de carácter universal, dentro de la vida diaria de una organización.  El código de ética en una empresa, debe surgir como una parte integral de la cultura organizacional . Esta cultura organizacional determina los patrones, valores, símboloslenguaje, historias y prácticas de la empresa, los cuales se ven reflejados en la forma en que sus directores, gerentes o administradores la conducen, y cómo los colaboradores se desempeñan en la misma.  El código de ética es un documento que recoge todos los elementos anteriormente enunciados y que permite a la organización contar con lineamientos claros que establecen pautas de conducta que deben respetarse tanto por los directivos y/o dueños, como por los colaboradores de una empresa en sus accionesdiarias.Los códigos de ética pueden nacer en la empresa por diversas formas: ya sea porque las casas matrices de una empresa multinacional responden a estándares internacionales y envían a sus subsidiarias un código pre-establecido; o por que la idea nazca de un departamento o de la dirección ejecutiva a lo interno de la empresa.  No importan el origen de su proveniencia, los códigos de ética empresarial deben nacer con el respaldo  de las altas autoridades.Hoy, empresas, organismos internacionales e incluso gobiernos han elaborado códigos de ética porque les garantiza productividad, sostenibilidad y respuesta a compromisos legales y tratados internacionales ratificados por las naciones, tales como la Convención Interamericana contra la Corrupción, a compromisos éticos que trascienden la normativa legal.   

En el ámbito de la Educación existen una serie de principios éticos que marcan las pautas de actuación de los profesionales de la enseñanza. Debido a las características propias de esta profesión la figura del docente, más allá de lalibertad de cátedra que existe, debe tener en cuenta las personas con las que trabaja.
La responsabilidad social que conlleva este cargo, obliga a los profesores a seguir una serie de principios éticos, no sólo realizando sus tareas y funciones, sino llevarlas a cabo de la mejor manera posible.
En el desarrollo de una profesión del área del Derecho existen una serie deprincipios éticos basados en valores humanos. Los Colegios de Abogadossuelen tener algún tipo de documento en el que se recoge la ética profesional.
Aunque no son exclusivos de esta área laboral, algunos principios y valores son de especial importancia como la justicia, la lealtad, la veracidad, la diligencia y el secreto profesional.
En el área de la Administración y Gestión de Empresas existen códigos profesionales que identifican las pautas de actuación de los administradores dentro de un marco considerado ético.
Algunos de los aspectos básicos que se esperan en la figura de un administrador es la diligencia, la lealtad, la legalidad, la honestidad, el decoro y la dignidad de la propia profesión.
Distintas agrupaciones de psicólogos presentan sus propios códigos profesionales o códigos de principios y valores éticos que recogen la ética de estos profesionales.
Se trata de ofrecer parámetros consensuados para que el desarrollo de su labor no salga del ámbito de lo que se considera ético. Se pueden destacar algunos aspectos propios del trabajo en Psicología como el respeto a la persona, laconfidencialidad, la honestidad y la responsabilidad.

Dilemas Eticos

¿Qué son los Dilemas Éticos?
Un procedimiento muy usado en las aulas es trabajar a partir de los  dilemas éticos.  Se trata de problematizar a partir de diversas situaciones que inviten al alumno a reflexionar y a argumentar moralmente. 



Definición y tipos
Un dilema ético es una narración breve, a modo de historia, en la que se plantea una situación posible en el ámbito de la realidad pero conflictiva a nivel moral, y se solicita de los oyentes o bien una solución razonada del conflicto, o un análisis de la solución elegida por el sujeto protagonista de la historia. Por regla general la situación se presenta como una elección disyuntiva: el sujeto protagonista se encuentra ante una situación decisiva ante la cual sólo existen dos, y nada más que dos, opciones (A) ó (B), siendo ambas soluciones igualmente factibles y defendibles. El individuo se encuentra, pues, ante una verdadera e inevitable situación conflictiva, en la cual se pueden presentar muchos cuestionamientos antes de una elección.

Los dilemas pueden ser hipotéticos, cuando se plantean problemas abstractos, generales, que a veces son de difícil ubicación en la realidad, pero quienes los analizan reconocen que son siempre posibles de presentarse en determinadas ocasiones de la vida real. Se suelen obtener de la literatura, de los medios de comunicación o de la propia imaginación de quien los elabora. Las situaciones y los personajes generalmente están alejados del mundo real de los sujetos a los que se les proponen, pero o bien se parecen en algo a otras situaciones vividas o conocidas por el sujeto, o bien algún miembro de su entorno social o familiar es susceptible de verse reflejado en la narración. Este tipo de dilemas presentan menos interés para el estudiante al faltarles la riqueza y la variedad de la propia experiencia, pero pueden favorecer el razonamiento como habilidad discursiva.

Los dilemas pueden ser reales, cuando plantean situaciones conflictivas tomadas de la vida diaria. Se basan en hechos reales, cercanos en el tiempo o en el espacio a los sujetos y suelen extraerse de los distintos medios de comunicación, de situaciones o sucesos históricos, de situaciones o vivencias personales, etc. Este tipo de dilemas son más motivadores y facilitan la implicación de los sujetos participantes que, de una u otra manera, ven reflejadas en ellos situaciones más o menos cercanas.

La Mujer en la historia

Siglos enteros de civilización, guerras, hambrunas y epidemias, el nacimiento de las ciudades o la vida campesina bajo el feudalismo se han contado sin incluir a las mujeres: la historia de los varones era extensiva a la historia de la humanidad. Las mujeres podrían considerarse como las grandes olvidadas de la historia

Las mujeres han estado aparentemente ausentes en muchos ámbitos de la ciencia y de la cultura a lo largo de la Historia. Aparecen escasamente en la Historia, en la Literatura, en el Arte, en la Ciencia... Por un lado, porque han tenido muchos obstáculos para poder desarrollar sus intereses y capacidades, y por otro lado, porque a las que han conseguido hacerlo no se les ha reconocido y ni siquiera han sido nombradas en los libros o en las enciclopedias.


La invisibilidad histórica que han sufrido las mujeres, a menudo apartadas de la "historia oficial", hace que desconozcamos a muchas que utilizaron su imaginación, su voluntad, sus fuerzas y a veces su vida para contribuir en la construcción de una sociedad más justa para mujeres y hombres. En contra de múltiples barreras las mujeres en todas partes del mundo han participado en nuestro desarrollo social desde el amanecer de la civilización hasta nuestros días. Muchas mujeres sobre todo las que osaron a salirse de la norma tuvieron que luchar contra la incomprensión de la sociedad de su tiempo, o contra el fascismo o el racismo, o simplemente contra una absurda discriminación basada en el sexo, la clase social o la identidad étnica. Algunas como Marie Curie con sus dos premios Nobel han pasado a la posteridad pero muchas otras han caído en el olvido convirtiéndose en las grandes olvidadas de nuestra historia.

La consecución de los derechos de que disfrutan en la actualidad las mujeres del mundo occidental se ha debido a los esfuerzos de muchas de ellas que a lo largo de los siglos han trabajado para conseguirlos. A lo largo de la historia han sido muchas las mujeres que se han intentado hacer un hueco en un mundo de hombres. Las costumbres con el paso de los años fueron cambiadas gracias a muchas de ellas (también gracias a algún hombre), para poco a poco irse acercando a la sociedad que conocemos a día de hoy, que si bien es cierto que aún hay mucho que avanzar, se ha ganado mucho terreno.


¿Cuál ha sido el papel de la mujer en las distintas épocas históricas y civilizaciones?

Desde la prehistoria, las mujeres, como los varones, han asumido un papel cultural particular. En sociedades de caza y recolección, las mujeres casi siempre eran las que recogían los productos vegetales, mientras que los varones suministraban la carne mediante la caza. A causa de su conocimiento profundo de la flora, la mayor parte de los antropólogos creen que fueron las mujeres quienes condujeron las sociedades antiguas hacia el Neolítico y se convirtieron en las primeras agricultoras.

Nuestras primeras antepasadas aprendieron a preparar barro y hornear cerámica; trabajaron los esmaltes y mezclaron cosméticos origen de la ciencia química. Al encargarse de la agricultura y la recolección, también descubrieron las propiedades medicinales de las plantas y aprendieron a secar, almacenar y mezclar las sustancias vegetales.

En el antiguo Egipto las mujeres tuvieron gran libertad de movimientos. Podían ejercer multitud de oficios, andar libremente por las calles, comprar y vender, recibir herencias y tener acceso a la educación, aunque las campesinas desarrollaban un trabajo extremadamente duro. En Mesopotamia las mujeres no estaban sometidas a los hombres, sino que gozaban de un cierto estatus de igualdad. En el famoso Código de leyes de Hammurabi las mujeres disfrutaban de importantes derechos, como poder comprar y vender, tener representación jurídica o testificar libremente. Muchas mujeres actuaron como escribas en el palacio del rey y las reinas eran respetadas como tales llegando incluso a ejercer la regencia de sus hijos menores de edad, formaban los documentos y vivían en un palacio con esclavos y siervos. Podían asimismo ejercer diversos empleos y participar en la vida pública de las ciudades.


La posición de la mujer en la antigua Grecia no fue muy positiva. Para el filósofo Aristóteles, que ejerció gran influencia en la Europa medieval, la mujer no era más que un hombre incompleto y débil, un defecto de la naturaleza. La mujer fue considerada como un ser sin terminar al que había que cuidar, proteger y guiar, lo que implicaba su sometimiento total al varón y su alejamiento de la vida pública, en la que no podía participar. Las muchachas se casaban a los 14 años con hombres mucho mayores que ellas. Era el padre quien le encontraba marido y discutía la dote. Ella pasaba a ser propiedad del marido como antes lo había sido de su padre y en caso de enviudar de su hijo. La educación de las mujeres estaba orientada a su función como esposa. Las niñas aprendían a hilar y tejer, música y a tocar la lira. Su educación terminaba con el matrimonio. Una vez casada, el marido recluía a su esposa en una parte de la casa apartada del exterior o la vida social que él llevaba. Allí vivía con sus hijos y sirvientas tejiendo sus propios vestidos y preparando los alimentos para el esposo. Nunca salía de la casa, pues al mercado iban las esclavas. Las ciudadanas de Atenas se dedicaban exclusivamente a la casa y al cuidado de los hijos. Por su parte, las mujeres más libres eran las prostitutas, que no estaban sometidas al régimen riguroso de las demás mujeres. La división de la sociedad griega era muy clara: el mundo de la política y la libertad estaba reservado a los hombres y el de la casa a las mujeres. En algunas ciudades como Esparta, dado su carácter guerrero y la ausencia prolongada de los hombres, las mujeres gozaron de mayor libertad: estudiaban música, hacían gimnasia, competían como atletas e incluso algunos casos de adulterio les estaban permitidos. El mundo intelectual estaba casi vedado a la población femenina, pero aun así algunas mujeres destacaron en poesía.

Cuando la niña tenía alrededor de los 13-15 años, los padres concertaban un matrimonio, eligiendo al pretendiente más adecuado. La chica iba con una dote, destinada a protegerla en caso de que el matrimonio fracasara por cualquier motivo, y el novio debía a su vez comprar hacer regalos a la familia. Tras la boda, tocaba estar encerrada en la zona de la casa para mujeres o gineceo y criar hijos, y por supuesto llevar la casa. Cuanto más alta la clase social de los esposos, más rígido era este régimen.


Las mujeres romanas disfrutaban de mayor libertad que las griegas, pero la participación política y ciudadana les seguía estando vetada. Su condición social seguía siendo la de un ser inferior al que había que tutelar, dirigir y utilizar. No tenían nombre propio, pues adoptaban el del padre en femenino, y las niñas no deseadas eran abandonadas al nacer y condenadas a la esclavitud si conseguían sobrevivir. Hasta los 12 años, cuando contraían matrimonio, asistían a la escuela pública las hijas del pueblo, mientras que las de la clase patricia tenían sus preceptores en casa. La enseñanza que se les facilitaba estaba encaminada a hacer de ellas buenas esposas: aprendían canto, matemáticas, recitado de poemas y costura. En el campo trabajaban igual que los hombres en las labores agrícolas y en la ciudad podían ser incluso comerciantes y llevar sus propios negocios, aunque bajo la tutela de los hombres. Mientras que a las griegas les estaba prohibida la vida social, las romanas andaban libres por las calles, aunque acompañadas, acudían a los banquetes junto con los hombres, iban al mercado, participaban en juegos y asistían a los espectáculos, pero debían llevar siempre la cabeza cubierta como señal de recato. En una sociedad de economía esclavista como la romana las esclavas no tenían valor alguno. Podían ser compradas, vendidas, maltratadas o dedicadas a la prostitución. 

Una vez casadas, podían incluso salir a la calle sin necesidad de ser acompañadas por un hombre, acudir acompañadas al teatro o algún banquete y ocasionalmente visitar a las amigas. En el plano sentimental, los romanos compartían la distinción griega entre el afecto por la esposa por una parte y las bajas pasiones por otro. El matrimonio tenía como objetivo perpetuar el linaje, y en las clases altas, forjar alianzas políticas y sociales. En ese aspecto, el amar a la esposa era algo que estaba fuera de lugar, pocos se lo tomaban en serio. Las mujeres, para merecer el título de “madres de familia”, debían estar en condiciones de dar a su marido hijos legítimos. El matrimonio era tan importante en la sociedad romana que Augusto impuso sanciones para aquellos que no lo realizasen. La media de vida era de unos 30 años, así que el matrimonio se celebraba a partir de los 12 en las chicas. La anticoncepción y el aborto eran frecuentemente utilizados por las mujeres. Como en Grecia, las romanas estaban excluidas de la vida política: no podían votar ni acceder a las magistraturas. En varias ocasiones las mujeres tomaron las calles de Roma para defender sus derechos manifestándose violentamente contra algunas leyes que limitaban el uso de determinados vestidos o la posesión de oro y joyas. 

La edad media

La mujer en el periodo medieval mayoritariamente era campesina y trabajaba en el campo. Su papel económico era muy importante: realizaban las tareas agrícolas como los hombres y tenían que trabajar para mantenerse ellas y a sus hijos. A la mujer le correspondían las labores del hogar, el cuidado de los hijos, de los enfermos, la asistencia a los partos. 

Protagonizaban las labores agrícolas de siembra y recolección, el cuidado de los rebaños, y todo ello con salarios muy inferiores a los de los hombres. Las mujeres jóvenes podían encontrar trabajo como criadas y sirvientas de damas nobles por un mísero salario o, como ocurría la mayoría de las veces, a cambio de la comida y el alojamiento, lo que para los agobiados hogares campesinos que tenían que mantener muchas bocas era una liberación. Entre las sirvientas existía una gran diversificación de labores: las que atendían personalmente a los señores, las encargadas de la cocina y las que trabajaban en los talleres. Algunas podían aprender un oficio en los talleres de hilado y tejido de las haciendas y castillos. De todas formas la importancia de las mujeres campesinas, junto con la de sus maridos, era fundamental para el mantenimiento de la economía agrícola.


La boda la pactan los padres de la muchacha, que fijan la dote y reciben una cantidad estipulada por parte del novio en concepto de la “compra” del poder paterno. Si no se casa con la novia pactada, se paga una multa estratosférica a la familia afectada. Si se finge un secuestro, la muchacha pasa a ser oficialmente adúltera.

El aumento demográfico en la Baja Edad Media propició la aparición de núcleos urbanos en torno a lugares fortificados. En estos núcleos creció una nueva clase social, la de los burgueses, que basaba su economía en el comercio y la industria. Hombres y mujeres acudían a las ciudades, donde se realizaba un trabajo especializado y donde era cada vez más necesaria la mano de obra barata. La proliferación de numerosos oficios dio entrada a las mujeres en el mundo laboral, pero siempre en precario, pues el trabajo estaba controlado por los hombres y el salario de las mujeres se mantenía en inferioridad con respecto al de los hombres. Aunque las mujeres trabajaban en casi todos los gremios, era en la industria textil y elaboración de vestidos donde lo hacían mayoritariamente. También copaban los trabajos relacionados con la alimentación, como la elaboración del pan o la cerveza. Asimismo dirigían pequeños negocios y tiendas de comestibles vendiendo frutas, pescados, carnes. 

Si bien la mujer se encontraba en una situación jurídica muy adversa, ya que estaba subordinada al hombre, su papel, en este tiempo, es más activo que en periodos posteriores. De hecho, en algunos países la mujer podía tener tierras, contratar trabajadores, demandar y ser demandada, hacer testamento y le correspondía otra tarea de gran responsabilidad: la representación del marido ausente. Los conventos cumplieron una función de gran utilidad durante la edad media ya que eran refugio de las hijas que no contraían matrimonio, único camino para otras de acceder a la cultura y solución para las mujeres que no encontraban salida a una mala situación económica.

A pesar de todo la discriminación femenina era notoria: se les fueron cerrando las puertas de acceso a los gremios y sólo en el caso de ser viudas de un maestro o tener un hijo mayor que se hiciera cargo del negocio se les permitía continuar con él. A finales del siglo XV y dada la creciente crisis económica, las mujeres fueron expulsadas de los gremios y se hizo todo lo posible para impedir que siguieran trabajando. 

La Edad Moderna

La Edad Moderna supone un periodo de profundas transformaciones que van a constituir las bases del mundo contemporáneo: el descubrimiento de América, con el encuentro de diferentes culturas, el aumento del poder del estado, la pérdida de poder de la Iglesia y la aparición de nuevos valores basados en el hombre -el humanismo- y en la ciencia experimental, fueron cambios que afectaron, negativamente, la vida de las mujeres. El Renacimiento supuso un “renacer” pero sólo para los varones, que ven mejoradas en esa época sus posibilidades educativas y laborales. Para las mujeres fue todo lo contrario: no pudieron acceder a la educación humanista y los nuevos estados, centralistas y uniformadores, dictaron leyes que restringieron aún más sus posibilidades.



También la fundación de las universidades se estudia siempre como un factor positivo de desarrollo pero nunca se ha tenido en cuenta su repercusión negativa para las mujeres. La universidad excluye a las mujeres y el saber pasa a ser patrimonio del varón. La burguesía ciudadana terminó apartando a las mujeres de la herencia, que pasó a transmitirse únicamente por vía masculina y primogénita. Asimismo se excluyó a las mujeres de las profesiones que venían realizando y se las recluyó cada vez más al ámbito familiar.

En el mundo rural la mano de obra en el campo seguía basada en el trabajo de las mujeres- las labores agrícolas y las manufacturas caseras-. A partir de los siglos XVII y XVIII se ampliaron los trabajos de encajes y bordados, industria que quedó en manos femeninas por la posibilidad de realizarlas en el hogar. Las condiciones de vida de las mujeres campesinas no variaron desde la Edad Media: todo el peso del trabajo en la casa recaía sobre ellas desde la mañana hasta la noche y debían participar, además, en las tareas agrícolas y trabajar como temporeras en épocas de vendimia, aunque su salario era siempre inferior al del hombre. Los métodos anticonceptivos apenas se usaban y las mujeres tenían un hijo cada dos años, aunque la mortandad infantil era muy alta. Por ejemplo en París, un tercio de los niños de la época eran abandonados al nacer.

Las mujeres participaban en escaso número en la actividad productiva de las ciudades y las que trabajaban, en su mayoría, lo hacían como sirvientas. Con frecuencia eran objeto de explotación económica y sexual por parte de sus patronos.

En 1792 Mary Wollstonecraft escribió Vindicación de los derechos de la mujer. En ella se hacía una defensa de los derechos de las mujeres contra su anulación social y jurídica. Esta obra es tenida como el comienzo del movimiento feminista contemporáneo, pues en ella se defiende el derecho al trabajo igualitario, a la educación de las mujeres y a su participación en la vida pública.


Siglo XIX

El siglo XIX se caracteriza por la existencia de profundas transformaciones, en los ámbitos ideológico, económico y social, que inciden de manera esencial en las mujeres. 

La aparición en Inglaterra del proceso de industrialización lanzó a las mujeres a las fábricas, sobre todo textiles, que junto con el servicio doméstico eran las ocupaciones mayoritarias de las más pobres. Se explotaba a los trabajadores con jornadas agotadoras de 16 horas, trabajo infantil, despido libre, falta de asistencia sanitaria, hacinamiento o ausencia de seguridad laboral. En el sector de la confección las mujeres se esforzaban hasta el anochecer dirigidas por oficialas y patronas que regentaban los talleres. 

Las mujeres de clase alta utilizaban a numerosas criadas como signo de distinción y éstas trabajaban con total dependencia de los señores prácticamente las 24 horas por salarios de miseria. Como consecuencia de los agotadores y mal retribuidos salarios aumento la prostitución en las grandes ciudades ejercida por jóvenes que trataban de sobrevivir. En Inglaterra, a mediados del siglo XIX, el 40% de las mujeres que trabajan lo hacen en el servicio doméstico. En las jóvenes de clase media se hizo frecuente emplearse como institutrices y damas de compañía y es a mitad de este siglo cuando nació el oficio de enfermera.


En Finlandia, en 1878, la ley reconoció a las mujeres rurales el derecho a la mitad de la propiedad y de la herencia en el matrimonio y en 1889, las mujeres casadas pusieron disponer libremente de sus salarios. O leyes aún más tempranas en Noruega en los años 40 y 50 permitieron la igualdad hereditaria (1845). En cambio el Código Napoleón (1803) de Francia y en el Código Civil español de 1889 disponían que la mujer casada carecía de autonomía personal y tanto sus bienes como sus ingresos eran administrados por el marido. Solo en el siglo XX se conseguirá en Francia y España romper la legislación discriminatoria.

Los movimientos feministas del siglo XIX se concentraron en conseguir el sufragio para las mujeres. El camino hacia el voto no fue fácil y estuvo lleno de escollos. En 1848 se reunió en Nueva York la primera convención sobre los derechos de la mujer, pero no fue hasta 1920 cuando se consiguió el derecho al voto en Estados Unidos. La lucha en Europa fue dirigida por las mujeres inglesas, que crearon una organización propia dentro del partido socialista. En ocasiones la lucha de las mujeres no estuvo exenta de enfrentamientos violentos con la Policía y la obtención del voto femenino fue posible tras una lucha de un siglo. Las leyes electorales que consagraron el derecho de sufragio femenino en general en Nueva Zelanda (1893) y en Australia, progresivamente otros países se fueron sumando, Imperio ruso (1906), Noruega (1913), Dinamarca (1915), Alemania (1918), Estados Unidos (1920), Suecia (1921), Gran Bretaña (1928), España (1931), Francia e Italia (1945).





La mujer en el Siglo XX


El siglo XX se caracteriza por la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral. Las dos guerras mundiales fueron un factor desencadenante: al marchar los hombres al combate (65 millones de soldados entre todos los contendientes) las mujeres tuvieron que hacerse cargo del trabajo, hubo que recurrir a la mujer para mantener la producción, 430.000 mujeres francesas y 800.000 británicas pasaron de ser doncellas y amas de casa a obreras asalariadas. Las estructuras sociales comenzaron a cambiar. Las modas impusieron faldas y cabellos más cortos, aparecieron las guarderías para los hijos de las trabajadoras y la participación femenina en los sindicatos obreros. Tras la Segunda Guerra Mundial en los países capitalistas la mano de obra femenina representaba un tercio de los trabajadores, mientras que en el mundo socialista era de un 50 por ciento, ya que la Revolución Rusa de 1917 fue la primera en legislar que el salario femenino debía ser igual al masculino: a igual trabajo, igual salario. Las mujeres de la Unión Soviética se instalaron en todos los sectores de la producción. La Europa de la posguerra vio cómo las mujeres se resistían a abandonar sus trabajos para volver a encerrarse en el hogar o trabajar en el servicio doméstico.

En general, hasta la víspera de la Segunda Guerra Mundial (y hasta 1965 en Francia y años más tarde en España) la mujer debe solicitar el permiso del marido para ejercer una profesión. La esposa no puede presentarse a un examen, matricularse en una universidad, abrir una cuenta bancaria, solicitar un pasaporte o un permiso de conducir. Tampoco puede actuar ante la justicia. Para iniciar una acción procesal ha de solicitar una autorización especial, excepto en el caso de que ejerza un comercio separado y autorizado.

Los nuevos tiempos suponen un cambio significativo en la concepción del trabajo femenino: se empieza a considerar que es necesario y que, además, dignifica a la mujer. Las mujeres de clase media, acceden cada vez más a un trabajo más cualificado y mejor retribuido. El aumento fue tan importante que, a finales de los años sesenta, había en Europa occidental, más mujeres oficinistas que hombres. También fue mayoritaria la participación de la mujer en trabajos como el de enfermera, telefonista, comercio, limpieza, peluquerías, etcétera. Actualmente las mujeres copan las universidades y son fuertemente competitivas en todo tipo de trabajos, incluidos los técnicos. Pese a todo en el tercer Mundo continúan marginadas y esclavizadas.




¿La discriminación femenina ha sido una constante en todas las civilizaciones?

Han existido a lo largo de la Historia, pueblos que se condujeron por caminos diferentes al resto. Algunos son muy llamativos y rompen con el molde típico que expresa que la mujer jamás tuvo libertad ni poder, sino que por el contrario, tuvieron mucho más que el mismo hombre.

Puede parecer sorprendente, pero no lo es. Las sociedades que giran en torno a la naturaleza y viven en contacto directo con ella actúan de manera más igualitaria. Y no hace falta remontarse en el tiempo para comprobarlo. Las comunidades amazónicas que subsisten aún, inmersas en la naturaleza, atestiguan estas pautas de comportamiento.

Tenemos otro ejemplo en la historia, el pueblo celta, en el que antes y en los comienzos de la era cristiana, la mujer no conoció de feminismo, ni machismo, ni matriarcado/patriarcado, y por supuesto, menos de tener la necesidad de luchar por sus derechos, sus espacios.

Comenzaron a habitar en el centro y el norte de Europa 2.000 años antes de Cristo. Extendiéndose entre el 1.500 y el 900 a.C. por las Islas Británicas, norte de Francia, y llegando al norte de España en el 800 a.C. Desde el nacimiento ambos sexos eran criados juntos, recibiendo la misma educación, así como el aprendizaje de oficios. Tenían el derecho a elegir a su pareja y nadie podía imponerle un casamiento. Las leyes celtas incluían renovación del contrato matrimonial, al año de haberse casado, igualmente existía el “divorcio” con repartición de bienes equitativos. Manteniendo cada uno sus bienes propios y repartiendo los que hubiesen incrementado durante el matrimonio. 

Luego del matrimonio ella no era propiedad de su marido, eran compañeros en una aventura matrimonial. La esposa permanecía como dueña exclusiva de sus propiedades, tampoco las propiedades habidas juntamente o poseídas por ambos podían ser vendidas o cedidas por el marido, sus derechos sobre los bienes comunes eran iguales y para disponer de ellos era necesario el voluntario consentimiento de ambos.

La mujer en la vieja Irlanda- único lugar del mundo celta que nunca fue visitado por las legiones romanas, mantiene su independencia hasta el siglo XII, y a los fines prácticos unos tres siglos más- estaba casi en un plano de igualdad con el hombre. En particular las mujeres importantes que no sólo imponían esta igualdad, sino también en algunos casos su superioridad. La mujer permaneció emancipada y fue a menudo elegida por su profesión, rango y fama.



Un ejemplo más cercano lo tenemos en España: los astures, quienes se asentaron aproximadamente en el siglo VI a.C. en el noroeste de la Península Ibérica y siguieron ese patrón social de igualdad entre géneros.

De igual forma en medio de una época medieval en la que la mujer europea no era tenida en cuenta e incluso se la llegaba a considerar como inferior, los vikingos fueron la excepción a la regla. Ellos tenían mujeres líderes, gobernantes, guerreras. Tenían un estado igualitario en la cultura vikinga, tanto legal como social. La mujer vikinga era la jefa en el interior de la casa y a menudo se hacía cargo de la marcha de la granja cuando su marido y sus hijos estaban ausentes por motivos guerreros o comerciales. Se casaban entre los 12 y los 16 años, normalmente por matrimonios acordados, aunque se conocen historias de amores turbulentos consumados al margen de los acuerdos familiares. Si quería divorciarse en caso de que el marido fuera perezoso, insultase a la familia o la maltratara, lo único que tenía que hacer ella era llamar a algunos testigos, y anunciar que se divorciaba. Las mujeres vikingas tenían un estatus que ninguna otra mujer de la época tenía, y que sólo lograron en períodos más recientes. Curiosamente y siglos después hoy en día las mujeres escandinavas siguen siendo el mejor ejemplo de equidad conocido entre hombre y mujer.

La etica normativa y la Moral




La ética normativa

La ética normativa es el estudio de la acción ética. Es la rama de la ética filosófica que estudia el conjunto de preguntas que surgen cuando se considera cómo se debe actuar, moralmente hablando. La ética normativa es distinta de la meta-ética porque examina las normas de lo correcto o incorrecto de las acciones, mientras que meta-ética estudia el significado del lenguaje moral y la metafísica de los hechos morales. La ética normativa es también distinta de la ética descriptiva, ya que ésta es una investigación empírica de las creencias morales de las personas. Para decirlo de otra manera, la ética descriptiva se ocuparía de determinar cuál es la proporción de personas que creen que matar es siempre malo, mientras que la ética normativa se ocupa de si es correcto para sostener esa creencia. Por lo tanto, la ética normativa es a veces llamado prescriptivo más que descriptivo. Sin embargo, en algunas versiones de la vista meta-ética llamado realismo moral, los hechos morales son a la vez descriptiva y prescriptiva al mismo tiempo.


La etica y las decisiones en los negocios

La ética es una parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Es el estudo sistemático de la naturaleza de los conceptos axiológicos como ‘’bien’’, ‘’mal’’, concreto, ‘’equivocado’’, etc., y de los principios generales que justifican la aplicación de ellos a alguna acción o acto. Su importancia radica en su relación con las nociones fundamentales de moralidad, y estas pueden tener grandes consecuencias en relación con la conducta de las personas. 
Los directivos y gerentes aplican la ética para sancionar y controlar conductas. Todos los días las empresas se jactan ante sus competidores, o bien entre sus propios empleados, de instaurar ‘’códigos de ética’’ en sus empresas, en los cuales se comprometen a avisar a la dirección que se ejecutan muy bien las cosas, o que un trabajador transgredió cualquiera de las reglas de la empresa. Darwin 
Los problemas éticos más comunes son el conflicto de intereses, la confidencialidad en las relaciones de la organización, la honradez, la justicia y la integridad de las actividades de comunicación de la empresa.
La conducta de los directivos durante la toma de decisiones éticas refleja los principios morales con los que se rigen. Yudit

Las organizaciones aplican una serie de estrategias que pretenden controlar la
conducta ética de los empleados, entre ellas la socialización de los empleados, 
la elaboración y aplicación de los códigos de la ética, la capacitación de los lideres,
la capacitación para conocer el servicio/producto, la vigilancia del desempeño de 
los empleados y la educación de estos relacionada con los beneficios de las 
relaciones a lo largo plazo con los clientes.

Según Argyris y Schon, French y McCoy al cumplir una función dentro de la 
estructura de una organización, cada miembro de esta toma decisiones que
repercuten no solo en lo personal, sino también en las consecuencias de todo el 
grupo relacionado con la organización, es decir, trabajadores, consumidores, 
inversionistas y público en general. 
Anabel.

Saul W. Gellerman explora por que quienes toman las decisiones en ocasiones actúan en forma no ética. Identifica cuatro racionalizaciones sostenidas comúnmente que explican por qué los que toman las decisiones no se comportan en forma ética.

1) la creencia de que la decisión no es ‘’realmente’’ ilegal o amoral.
2) la creencia de que la decisión es por el mejor interés del individuo o la corporación.
3) la creencia de que la decisión es ‘’segura’’ porque nunca va a ser descubierta o publicada
4) la creencia de que ya que la decisión ayuda a la compañía , la ignore y hasta proteja a la persona que la lleva a la práctica. 

Toda decisión se compone de dos elementos fundamentales: la información y el riesgo, a los que se añade la
personalidad del sujeto que toma la decisión. Asimismo, a mayor información menor riesgo. 
La esencia de una buena decisión consiste en minimizar y determinar el riesgo más aceptable, así como evitar el riesgo inútil.
En el mundo de los negocios se pierden más ganancias y oportunidades por indecisiones que por decisiones equivocadas, por tanto hay que considerar siempre una solución. El impulso reciente que ha recibido la ética empresarial en las organizaciones no está orientado a la función que tiene en las decisiones. Los directivos y gerentes aplican la ética para sancionar y controlar conductas. Darwin.

Existe la creencia en algunos directivos de que la principal finalidad de la ética en las organizaciones es cambiar las conductas de los individuos, y no reflexionan en que lo que realmente hace la ética es mejorar las decisiones en lo que se refiere a los grupos. 

La Religión y La Moral

Hay sin duda muchas razones para la persistencia de los sistemas de creencias religiosas. Seguramente de gran significancia es su función moral. Porque incluso aunque la adoración al Dios Padre o lo trascendental invisible no haya sido derrotada por la modernidad, las instituciones religiosas retienen otra función principal. 
Ellas suministran un sistema de reglas y normas de conducta. Es verdad que miles de sectas y cultos han sido practicados por una amplia variedad de grupos socioculturales en el pasado. Es también verdad acerca de las grandes religiones históricas, las cuales nos proveen con los Diez Mandamientos, el Sermón de la Montaña, las Virtudes del Corán, el Sendero Budista de la Rectitud. En un último análisis, ¿provee la religión de un fundamento necesario para la moralidad? ¿Las reglas morales juegan un importante rol biogenético en la lucha por la sobrevivencia?
Los sociobiólogos también han sugerido que si grupos sociales tienen que afrontar la adversidad, entonces ellos necesitan reglas internas para gobernar su comportamiento: sistemas morales, además tienen algunos valores adaptativos y aquellos enraizados en la religión ayudan a santificar su ambiente y aseguran un sentido de obligación y obediencia. Mas aún, sistemas sagrados de reglas morales ayudan a determinar quienes sobrevivirán y quienes se reproducirán.
Las religiones además no son un simple sistema de creencias, ellas definen un modo de vida. En ellas yacen normas de conducta que regulan varias formas de comportamiento. Ellas pueden gobernar la relación entre los sexos y determinar qué conducta sexual es virtuosa o pecaminosa. Esto también se aplica a la estructura de la familia, delineando el rol apropiado del padre, madre e hijos. De la misma manera, operan sobre otras instituciones sociales complejas, las cuales introducen tabúes y fobias. Algunas acciones son juzgadas ejemplo de virtud y nobleza, y son recompensadas tanto en esta vida como en la siguiente. Otras son consideradas malvadas e impermisibles, y quizás puedan ser castigadas con la muerte, excomunión, exilio, castigos físicos, prisión o desfavoreciéndolas. El significado original del término moral esta relacionado a lo mores, el cual se refiere a las tradiciones normativas y hábitos de personas que viven y trabajan juntas. Presumiblemente, aquellos grupos con un sistema bien regulado de conducta que pasan de generación en generación no tienen que ir inventado nuevas reglas a cada momento. Pueden instruir a sus hijos en la moral de los padres, y así asegurar alguna cohesión y proveer alguna unidad interna necesaria para la perpetuación del grupo. Aquellos individuos o grupos que no pudieron conformar el código no sobrevivirían, y de aquí que ellos no podrían trasmitir sus disposiciones genéticas a futuras generaciones.
La moralidad, en este sentido, es además un método de adaptación, y cuando esta unida a la religión adquiere sanción divina. Hay recompensas y retribuciones divinas, y el amor o temor a Dios provee los motivos para las obligaciones y deberes morales y obligaciones. La moral no es una simple confección del hombre, sino que es inspirada divinamente. Moisés trajo del Monte Sinaí los Mandamientos de Dios para los Hijos de Israel. Esto suministra una base sagrada para su sistema político patriarcal, y el divino derecho para gobernarse. Es la unión de la religión y la moralidad que refuerza el sistema moral, además la moralidad tiene una profunda función sociológica; provee de un marco de trabajo y el lazo de integración que capacita al grupo para preservarse así mismo y sus funciones. Como los seres humanos son animales sociales capaces de sobrevivir fuera de una comunidad, la moralidad tiene también una función biogenética.
Todo esto es esencial, si entendemos el rol histórico positivo que juega la religión. Incluso si un código de moral religioso es severo, siempre suministra algunas bases para la estabilidad y el orden, y esto previene una conducta anárquica. En obediencia a las normas tradicionales, alguna medida de la paz social es mantenida.
Estas son, sin embargo disfunciones que resultan de enlazar demasiado cerca la moralidad a la religión, como la historia del hombre lo demuestra. Primero donde hay un cambio social, un sistema fijo posiblemente encuentre dificultad de acomodarse. Puede ser intolerable intentar flexibilizar los mandamientos absolutos de la moralidad de la religión y aplicarlos a contextos únicos donde se requiera tomar decisiones. A menudo en la esfera moral, no es una pregunta entre lo malo y lo bueno, lo correcto o equivocado sino entre dos o más virtudes o bondades, de los cuales no podemos tener ambos, o entre el menor de dos males. Aunque un sistema cohesivo puede ayudar a definir derechos y responsabilidades, podría llegar a ser represivo sin permitir nuevas interpretaciones o modificaciones de la práctica que podrían ser necesarias, y así llegar a ser obstáculo de progreso. Esta falla es exacerbada cuando el sistema tradicional de moralidad encuentra alternativas morales nuevas (inevitable en la historia humana). El conflicto de competencia moral hace más difícil negociar los compromisos. Antiguamente los Griegos caracterizaban los valores morales de otras naciones como "bárbaras", aunque incluso entre las ciudades-estado helénicas existieron una amplia variedad de costumbres, como se ve en la diferencia entre los códigos de moral de Esparta y Atenas. Las cruzadas cristianas chocaron con las ideas morales musulmanas. Marco Polo mas tarde dio a conocer a Europa las extrañas diferencias culturales de Genghis Khan y el imperio chino.
Es en este contexto que la moralidad tradicional a menudo llega a ser un obstáculo para el avance y entendimiento del hombre especialmente si es parroquial chauvinista, étnico o nacionalista. La espada llega a ser el juez de lo correcto o incorrecto. Las diferencias en la moralidad son resueltas por la guerra y conquista, cuando un grupo busca imponer su modo de vida sobre otro, tal como Alejandro el Grande intentó hacerlo cuando el conquisto Persia, solo para tener a sus sucesores subyugados por modos de vida persas.
Un sistema de leyes debe emerger finalmente para resolver disputas entre pueblos o definir ciertas formas de conducta como legalmente permisibles y otras como ilegales e impermisibles y reforzar el código de vida por el poder o el estado. Con el tiempo, las religiones tribales en sí mismas deben llegar a ser más universales, como cuando el cristianismo intentó transformar el judaísmo de una religión nacionalista a un mensaje universal para todos los seres humanos, y como el Islam tiempo después buscó imponer su moral y ley en un amplio territorio geográfico conquistado.
Regresando al tema biogenético en este contexto, podemos preguntar: ¿Las instituciones religiosas influyen en el curso de su evolución? La respuesta es afirmativa para la mayoría de las religiones, particularmente las históricas, determinando quién podría producir y por qué. Aunque esta reproducción de reglas es variada. Hay reglas que gobiernan el infanticidio y el aborto, así si los fetos defectos pueden sobrevivir depende de las reglas sociales. Antiguamente las sociedades griegas practicaban el infanticidio aunque los cristianos y musulmanes se oponían. Similarmente en las sociedades judías y musulmanas, en las cuales se practicaba la circuncisión, algunos infantes morían bajo el cuchillo mohoso del rabino o sacerdote. Algunas religiones practican ritos de iniciación o ceremonias de pubertad. Algunas enaltecen el celibato, la castidad y la virginidad, otras son más permisivas en permitir la libertad sexual. Las sociedades judías y cristianas llegaron a ser monógamas, los musulmanes han practicado la poligamia. Los sacerdotes católicos y budistas practicaban el celibato, pero los rabinos judíos, los mullah musulmanes y los teólogos protestantes se procreaban y multiplicaban sus hijos. Hay reglas que gobiernan el divorcio y el segundo matrimonio. Muchas prácticas fueron puramente fortuitas, por ejemplo Mahoma se vio envuelto en varias guerras donde muchos de sus soldados fueron muertos, de aquí se pensó que los más apropiado para un hombre era tomar más de una mujer. La necesidad del cuidado de viudas y huérfanos es referido constantemente en el Corán.